Ese momento en el que tu peque empieza a dar sus primeros pasos es mágico… y también está lleno de dudas. Una de las más frecuentes es:
“¿Cuándo debe empezar a usar zapatos?”
La respuesta es sencilla: cuando ya camine de forma autónoma y estable en exteriores. En casa, lo ideal sigue siendo ir descalzo o con calcetines antideslizantes, para que el pie se desarrolle libremente.
Qué debe tener un zapato para primeros pasos
Durante esta etapa, los pies son blandos, planos y aún sin formar arco. Por eso, el calzado debe acompañar, no limitar.
Busca siempre que cumpla con estas características:
- Suela fina y muy flexible, que se doble fácilmente con los dedos.
- Ligero y sin refuerzos rígidos.
- Puntera ancha, que deje mover los deditos.
- Cierre ajustable (velcro o elástico) para adaptarse al pie.
- Materiales transpirables (piel natural, lona, algodón orgánico…).
Estos elementos ayudan a que el pie se fortalezca, mejore el equilibrio y adquiera la sensación del terreno.
En casa, libertad total
Cuando el bebé está en interiores, lo mejor es que camine descalzo o con calzado tipo “soft soles”. Así estimula la musculatura del pie y del tobillo.
Pero cuando sale al exterior, necesita una mínima protección, sin perder flexibilidad ni sensibilidad.
Qué evitar en esta etapa
- Suelas gruesas o rígidas.
- Plantillas con arco o refuerzos.
- Zapatos duros “para sujetar el pie”.
Estos mitos siguen circulando, pero hoy sabemos que el pie necesita moverse y sentir para desarrollarse correctamente.
Consejos extra
- Pruébalos siempre con el calcetín habitual.
- Revisa cada 2-3 meses si sigue quedando bien.
- Evita que los use un hermano mayor: el desgaste puede alterar la pisada del siguiente niño.
Conclusión:
Los primeros zapatos no son solo un accesorio: son una herramienta para crecer. Elegir calzado respetuoso desde el principio favorece un desarrollo natural, una postura sana y una experiencia de movimiento libre.
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